INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA EN TABAQUISMO
El tabaquismo es una enfermedad crónica y adictiva producida por la inhalación del humo del tabaco que se mantiene debido a la dependencia que produce la nicotina.
Es de sobra conocido que el consumo de tabaco produce graves problemas de salud. El tabaco mata hasta a la mitad de sus consumidores y viven, en promedio, entre 10 y 15 años menos que los no fumadores; mata cada año a más de siete millones de personas, de las que más de seis millones son consumidores directos y alrededor de 890.000 son fumadores pasivos..
El consumo de tabaco puede producir enfermedades respiratorias (EPOC, asma bronquial…), cardiovasculares (cardiopatía isquémica, accidentes cerebrovasculares…), patologías tumorales (además de cáncer de pulmón, también se asocia al cáncer de boca, laringe, tracto urinario, esófago y estómago), además de otras alteraciones como hipertensión arterial, disfunción eréctil, reducción de la fertilidad femenina…
En el caso del ictus, éste se desencadena cada vez a edades más tempranas a causa fundamentalmente del tabaquismo; hasta un 15% de los ictus se producen en personas menores de 45 años debido al poco ejercicio que se practica y, sobre todo, al hábito de fumar, que daña seriamente el sistema vascular. En fumadores el riesgo de sufrir un ictus aumenta un 50% en comparación con los no fumadores. Este riesgo se reduce al cabo de 3-5 años de suprimir el hábito. Se ha observado que de 2-4 años después de abandonar el hábito tabáquico el riesgo de ictus se reduce un 27%, y los pacientes que continúan fumando tras un ictus presentan una mayor mortalidad comparado con no fumadores o ex fumadores.
Muchos de los fumadores que conocen los riesgos del tabaco desean dejarlo. El asesoramiento y la medicación pueden duplicar con creces la probabilidad de que un fumador que desea abandonar el tabaco lo consiga.
Pero, ¿por qué es tan difícil dejar de fumar? Se sabe que la nicotina produce dependencia física, es decir, el organismo necesita esa sustancia para evitar sensaciones aversivas como nerviosismo, estado de ánimo depresivo, ansiedad… Sería lo que llamamos “Síndrome de Abstinencia”. Sin embargo, la dependencia física se supera en unas semanas, siendo la dependencia psicológica la más difícil de superar. Este tipo de dependencia se establece por el significado que las personas otorgan al hecho de fumar y las asociaciones que se establecen con determinadas situaciones (actos sociales, momentos de aburrimiento, después de las comidas, estrés…). De hecho muchos de los cigarros que una persona fuma al día se hace de manera rutinaria y desencadenados, casi todos ellos, por la dependencia psicológica. Por este motivo, resulta imprescindible para la intervención sobre el tabaquismo el abordaje psicológico del mismo.
Desde el área de Psicología del Hospital Casaverde de Mérida, realizamos grupos de intervención psicológica para ayudar a aquéllos pacientes que desean abandonar el hábito de fumar con el objetivo de reforzar su capacidad para ello. En estos grupos se educa a los pacientes para que conozcan cómo se inicia y se mantiene el hábito, cuáles son sus consecuencias y qué beneficios pueden obtener con su abandono. Del mismo modo se trabaja para que adquieran estrategias de afrontamiento más adaptativas ante los momentos de mayor susceptibilidad, haciendo hincapié en la importancia de reconocer las situaciones de riesgo que para cada participante pueden suponer un desencadenante de la conducta de fumar. Además de trabajar en la prevención de recaídas. Así, contamos con testimonios como el de María, a quien le preguntamos qué le había aportado la terapia de deshabituación tabáquica: “aunque sabía que no podía fumar las ganas están ahí, te ayuda a darte cuenta que los cigarros no son necesarios, son por vicio. Te ayuda a comprender las cosas, dejar de fumar sola es más complicado que si alguien te ayuda”.
La experiencia con estos grupos nos dice que es fundamental la motivación del paciente para abandonar el hábito ya que cuando no existe motivación es muy difícil poder intervenir. Sin embargo en aquellas personas que se muestran convencidas suele producir un efecto de empoderamiento, aumentando su autoestima.
María Ángeles Martínez Anguita
Psicóloga Clínica
Hospital Casaverde Mérida