EN BUSCA DEL EQUILIBRIO PERDIDO
Los déficits de equilibrio ocasionan importantes limitaciones funcionales, afectando a la independencia y calidad de vida de las personas afectadas, además de ser causa de riesgo de caídas
A lo largo de la evolución, el Ser Humano fue transformándose a diferentes niveles hasta llegar a quien somos hoy día. Uno de esos cambios claves para la supervivencia fue el paso del cuadrupedismo al bipedismo, que permitió a nuestros ancestros primitivos otear el horizonte por encima de la vegetación en busca de árboles o depredadores y transportar cosas (comida, palos, piedras, sus crías) con las manos, liberadas de la función de desplazamiento. Es más lenta que la marcha cuadrúpeda, pero requiere menos gasto energético, muy importante cuando tenían que recorrer distancias largas en busca de alimentos, y expone menos superficie al sol y permite aprovechar la brisa, lo que ayuda a no recalentar el cuerpo y ahorrar agua, muy útil en un hábitat con escasez de tan indispensable elemento, y lo más importante en esta evolución del cuadripedismo al bipedismo fue el cambio anatómico de las caderas, que supuso un ensanchamiento del canal del parto, que hacía más fácil el alumbramiento.
El mantenimiento de la postura erecta se consigue mediante un trabajo combinado de los músculos del cuello, tronco y miembros, que actúan para mantener el cuerpo en una posición de equilibrio estable, y de volver a ella cuando se le aparta de esa posición de equilibrio. En bipedestación, el centro de gravedad está situado aproximadamente por delante de la 3ª vértebra lumbar, y la planta de los pies soporta el peso del cuerpo. Esto hace que la proyección del centro de gravedad se sitúe dentro del polígono de sustentación que representan las huellas plantares y el espacio que hay entre ellas. La actuación continua de la fuerza de la gravedad hace que requiera una adaptación continua, lo cual se consigue mediante el movimiento continuado del centro de gravedad, a través de los reflejos vestíbulo-espinales y vestíbulo-oculares, la función de los músculos del tronco y de los miembros. La información para que se generen estos reflejos proviene de los órganos de la visión, del sistema vestibular (oído) y del sistema somatosensorial o propioceptivo (músculos, articulaciones, piel), que permiten la orientación en el espacio, la bipedestación y la marcha, a través del control y regulación de grupos musculares que intervienen en la estática y en la movilidad.
Todos estos sistemas sensoriales informan a los centros nerviosos del cerebro de los cambios en la relación espacial entre la persona y su entorno, así como las modificaciones de la posición relativa de los diferentes segmentos corporales, para que estos centros puedan elaborar movimientos reflejos compensatorios adecuados. De la actuación conjunta de todos estos mecanismos resulta la capacidad de equilibrio.
Las patologías que conllevan una alteración de cualquiera de estos sistemas pueden dar lugar a una afectación del equilibrio. Éstas son frecuentes y requieren la participación de diferentes especialistas médicos rehabilitadores, neurólogos, otorrinolaringólogos, oftalmólogos y fisioterapeutas.
Los déficits de equilibrio ocasionan importantes limitaciones funcionales, afectando a la independencia y calidad de vida de las personas afectadas, además de ser una de las principales causas de riesgo de caída. Por ello, en el Hospital de Rehabilitación Neurológica y Física Casaverde Mutxamel se ha implantado recientemente una Unidad de Equilibrio en la que se realiza una rehabilitación específica de los déficits de equilibrio por personal especializado en este campo.
Los fisioterapeutas realizamos una valoración para detectar cuál es el sistema sensorial más alterado (visual, vestibular o somatosensorial) y qué tipo de equilibrio es deficitario (equilibrio estático, habilidad de mantener una posición estable; equilibrio reactivo, habilidad de recuperarse de una alteración inesperada; equilibrio proactivo, habilidad de anticiparse y estabilizarse previamente a un movimiento voluntario; equilibrio dinámico, la marcha. Una vez realizado esta valoración se implementa un plan de tratamiento basado en ejercicios con los que trabajar los déficits de equilibrio observados, según el sistema sensorial alterado.
Junto al trabajo del equilibrio citado anteriormente, la Posturografía es una de las técnicas que se puede aplicar en la rehabilitación del equilibrio, siendo su principal punto a favor la posibilidad de cuantificar objetivamente los déficits de equilibrio, permite analizar qué sistema sensorial muestra alteración, las estrategias de movimiento que utiliza la persona para el mantenimiento del equilibrio, los límites de estabilidad de la persona y la capacidad de control voluntario del desplazamiento de su centro de gravedad. A partir de los resultados obtenidos en la valoración, la Posturografía permite realizar un plan de tratamiento basado en ejercicios mediante retroalimentación, que potencian la confianza y la autosuperación.
Salvador Cantero
Fisioterapeuta del Hospital Casaverde Mutxamel